Está comprobado que el mito sobre que los alimentos enlatados no son frescos y saben a lata es falso, en virtud de que el proceso al cual se someten los productos ayuda a mantener los alimentos bien conservados y que estos comestibles no adquieren sabor metálico, aun al dejarlos en su envase original después de abrirlos; ya que el interior de muchos de éstos se barniza con laca cuya función es evitar la reacción química entre el alimento y el recipiente.
Hay otro mito que dice que los productos enlatados no son nutritivos. Contra lo que se cree, nuestros productos contienen las mismas cantidades de calorías, vitaminas, minerales, proteínas y carbohidratos que los alimentos frescos y/o congelados.
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